Hablar de Alfonso Jiménez Romero (Morón de la Frontera, 1931-Sevilla, 1995) es hacerlo de la historia del teatro en Arahal, localidad en la que ejerció como profesor durante la década de los setenta en el Instituto de Enseñanza Media y en cuyo alumnado sembró un amor por el teatro que todavia hoy pervive. Autor y dramaturgo, su nombre está por derecho y méritos propios ligado a la historia del teatro contemporáneo con títulos como La jaula, Diálogo de una espera, Oratorio, De lo que sucedió el dia de la inauguración del Gran Hotel o La Cruz de hierba.

 

El año 1969 se estrena en Arahal, en el espacio escénico de la actual capilla de la Veracruz, su Estudio dramático basado en poemas de Federico García Lorca, un verdadero laboratorio escénico protagonizadopor el grupo TEA (Teatro Estudio Arahalense), que unió indisolublemente el universo lirico del poeta granadino con el dramatismo del flamenco. La obra volvió al público arahalense en 2007, en el teatro Cervantes de esta localidad, gracias a la Peña Flamenca Pastora Pavón, Niña de los Peines y a la Asociación Cultural Unicornio. En ella participaron algunos miembros de aquel TEA. Dieciséis años han pasado y ahora vuelven asubirse al escenario para que, una vez más, los versos de García Lorca se desnuden ante la mirada de Jiménez Romero.

 

La obra se compone de cuatro cuadros, como cuatro fases lunares de la muerte, sobre los que el dramaturgo dibuja voces poéticas encarnadas en figuras que no llegan a ser personajes, sino ecos de un diálogo entre el drama y la poesía que transforma lo lírico en escénico.

 

Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935) es una de las más bellas elegias escritas en castellano y se compone de las cuatro fases de la muerte del gran amigo del poeta. En "La cogida y la muerte" se recrea la lucha entre Ignacio y el toro, que terminó con la vida del diestro. "Lasangre derramada" evoca la fatalidad de la muerte y el dolor que acompaña al duelo para llegar a "Cuerpo presente", donde el poeta extiende el velo de la esencia atemporal de la muerte. La elegia se cierracon "Alma ausente", un verdadero rosario surrealista del dolor y la ausencia, que anega de tristeza el recuerdo.